
Continuando con la serie de artículos en los que expongo los motivos por los cuales desde el Taller de Historia Local de la Universidad Popular de Herencia (curso 2009-2010), propuso el nombre (finalmente puesto) para las calles del polígono industrial de Herencia relativo a los “oficios tradicionales” que forman parte de la cultura e identidad de nuestra localidad y en recuerdo de todos aquellos hombres y mujeres que, de alguna manera u otra, han contribuido mediante su trabajo, esfuerzo y dedicación al desarrollo de la sociedad herenciana, dejamos a continuación los motivos esgrimidos para justificar en mombre de la calle Molineros.
CALLE DE LOS MOLINEROS:
Los molinos de viento son hoy, sin lugar a dudas, uno de los principales símbolos de nuestra población gracias a las aventuras y desventuras del sin par Don Quijote de La Mancha.
Herencia todavía conserva en la crestería de sus sierras hasta 7 molinos cuyas aspas ondean al viento, cual gigantes quijotescos de muchos brazos que custodian nuestra población.
Sin embargo, los molinos además de ser un símbolo de La Mancha y un reclamo turístico por cuanto de asociado hoy lo tenemos a la obra de Miguel de Cervantes, el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, son también el testimonio vivo de una de las primeras industrias de transformación alimenticia y uno de las principales fuentes de riqueza de las economías durante los siglos XVII y XVIII.
Molinos los había de muchos tipos, predominando en nuestra localidad de dos tipos, primero los de agua y posteriormente los de viento. Estos molinos solo podían construirse con permiso expreso del prior de la Orden de San Juan con sede en la vecina localidad de Consuegra y a cuya jurisdicción administrativa y territorial pertenecía Herencia.
Así, los primeros molinos con los que contó Herencia fueron de agua, junto al río Cigüela, lo que suponía tener que realizar largos viajes para poder moler la harina, con las molestias y aumento de los costes que ello suponía, además de los inconveniente de que sólo funcionaran durante los meses de octubre a mayo que era cuando circulaba agua suficiente por río. Por este motivo, los vecinos de Herencia comienzan a demandar la construcción de molinos de viento a finales del siglo XVIII. En el año 1.790 se concede la primera licencia para instalar un molino en las Eras Altas, que comenzó a funcionar en abril de 1.792 y que, ante la falta de viento, fue trasladado en el año 1.796 al Cerro de San Cristóbal. En Herencia llegaron a existir 11 molinos de viento al principio de los años 1.800.
La actividad generada en los molinos conllevó a la ocupación artesanal de los molineros, hombres y mujeres encargados de la explotación y el funcionamiento de estas industrias tan arraigadas al medio agrícola rural. Generalmente eran gente de oficio que explotaban los molinos en base a un contrato de arrendamiento, en el que se estipulaban sus obligaciones y la cantidad que se le permitía cobrar por su trabajo, siempre en especie.
El trabajo que llevaba a cabo el molinero era bastante duro, pues era común que no pudieran permitirse tener personal a su servicio (a veces contaba con un criado o se ayudaba de un aprendiz) y tenía que atender él sólo la molienda. Además, debía mantener en buenas condiciones el molino.
El molinero prepara el grano para la molienda pasándolo a través de un cedazo que le quita la suciedad. Los granos limpios se mojan con agua para que estén blandos. A continuación los echa en la tolva, que es un cajón con forma de pirámide invertida, y caían por un embudo deslizándose entre las dos piedras redondas o muelas que muelen o molturan los granos. Cuando el molino está funcionando las piedras están tapadas por una faja que sirve para que el grano que se está moliendo no se salga, y a través de un agujero o piquera caiga al harinal o pase al cernedor que separa la harina del salvado. La harina obtenida se echa en sacos y se pesa en balanzas, romanas y básculas y queda preparada para su distribución a las panaderías.
Así en la época más reciente de nuestra localidad todavía había maestros harineros que se encargaban de tener a punto y en pleno rendimiento los dos molinos harineros que existieron en nuestra localidad. Hoy todavía siguen usándose alguno de ellos incorporando como novedad a la industria manufacturera nuevas tecnologías para satisfacer las crecientes demandas locales y comarcales con una producción que se ha industrializado para permitir abastecer y vender a nivel nacional su harina.
En otro orden de cosas, otros molinos regulados y controlados por diferentes molineros tienen un uso más estacional relacionado con las diferentes recolecciones agrícolas como la de la aceituna. Así en Herencia todavía cuando se lleva la aceituna a las almazaras es habitual decir que se lleva al “molino”. En las almazaras o molinos de aceite, como popularmente aquí gustamos decir, ocurre igual que en otros muchos oficios hoy desaparecidos. Ha cambiado el acarreo de los carros a los remolques; ha cambiado la forma de moler la aceituna que antes se molía con piedras en forma cónica llamadas rulos y ahora se hace con máquina trituradora más compleja; ha cambiado la forma de extraer el aceite de la masa de la aceituna molida, y en definitiva ha cambiado importantes partes de estas profesiones que han contribuido a crear la identidad y la memoria colectiva de nuestra localidad.
Sin duda el trabajo y labor de las familias de molineros han contribuido al desarrollo industrial de nuestra localidad y comarca, permitiendo su desarrollo y evolución y contribuyendo a que hoy Herencia sea lo que es.