
Por: Claro Manuel Fernández-Caballero Martín-Buitrago.
El mes de agosto es uno de los más calurosos y con menos precipitaciones en los pueblos de La Mancha cuya climatología, situada en el dominio climático mediterráneo, se caracteriza por unos inviernos rigurosos, veranos cálidos, sequía estival, irregularidad en las precipitaciones, fuertes oscilaciones térmicas y notable aridez.
Además, durante este mes también es común que se produzca alguna tormenta que traiga asociada una gran inestabilidad caracterizada por lluvias, vientos, relámpagos, truenos y ocasionalmente granizos entre otros fenómenos meteorológicos.
Todos tenemos en nuestra memoria alguna de esas tardes tormentosas. Sin embargo, ninguna como la que sorprendió al pueblo de Herencia a mediados del mes de agosto de 1894. Recoge este hecho el periódico La Vanguardia en su edición del 16 de agosto del mencionado año, donde cuenta como a las cinco de la tarde descargó sobre el término municipal de Herencia (Ciudad Real) una nube horrorosa con piedra de tamaño nunca vista destrozando todo cuanto cogió. Además, parejo a esta tormenta también se produjo un pequeño huracán que provocó cuantiosos daños materiales realizando importantes destrozos en cultivos y cuartos de labranza.
Por fortuna no hubo que lamentar daños personales, salvo por la figura del maestro de escuela, que en un cúmulo de infortunios y despropósitos sufrió una herida de bala al golpear una piedra de granizo sobre la pistola que llevaba guardada en el bolsillo lo que provocó que se le disparara una cápsula de la misma hiriéndole en el muslo.