Cuenta la leyenda que, tras la desolación en los años postreros a la Guerra Civil, el rostro y el Niño de la antigua imagen de San José fueron encontrados por un grupo de pequeños mientras jugaban. Aquel fue el comienzo de la nueva historia al que la Corporación se enfrentaba: a partir de ahí, la nueva talla del cuerpo de la imagen como símil a la nueva construcción de los cimientos para la nueva Hermandad comenzaría su historia más reciente.

Pero la cronología de la devoción al Patriarca en Herencia comenzó tres siglos antes: en la plenitud del siglo de oro español arribaron quilates de fe en uno de los barrios más señeros del rincón manchego. San José entraba, a mitad del XVII, a formar parte de una religiosidad popular que escondía tras de sí una profunda fe. Su inclusión a la Parroquia supondría, a partir de ese momento, todo un impulso pastoral al tesón religioso de una vecindad comprometida con la vocación que el Patriarca traía consigo.
La ermita de San José se encontraba “a lo largo desta villa linde del Camino que se lleva della a la villa de Consuegra”. Tal y como narran los documentos de la época, la ermita poco se separaba de su aspecto actual: “Era una ermita buena con dos cuartos, y en su altar estaba colocado el santo de bulto dorado y un niño Jesús de bulto con su peana. Había además, una tunicela de tafetán colorado y una camisa de puntas labrada, junto a una imagen de Nuestra Señora con un vestido de damasco encarnado” . Ya se celebraba desde la construcción de la ermita la procesión con la imagen del santo Patriarca, pues la ermita contaba con “unas andas de madera” [1] para la misma, arraigada tradición que ha perdurado hasta nuestros días, concretamente el pasado mes de diciembre, última ocasión en la que la imagen ha salido a la calle.
El segundo ciclo que acompañaría a la historia de la ermita bien puede considerarse como el factor que le ha conferido la admiración popular a lo largo de los siglos: la instalación del Cementerio a sus espaldas. Era la ermita el corazón del mismo, y como Puerta del Cielo herenciana, ha sido éste el factor que ha marcado la aparición del célebre arraigo que actualmente le caracteriza.
En el año 1787, y tras una Real Cédula del monarca Carlos III publicada el 3 de abril del mismo año en la que advertía a todas las ciudades no seguir enterrando en lugares transitados habitualmente por la población por cuestiones de higiene, se decide cambiar de ubicación el camposanto. Herencia tan sólo tarda 27 días en hacer cumplir tal orden y trasladar el recinto sacro del propio Templo Parroquial y sus alrededores hasta justo a la espalda de la ermita, usando ésta a lo largo de los siglos restantes como capilla [2].
Así, en el interior de la ermita pueden observarse numerosos epitafios que, desde el año 1818 [3] eran el lugar elegido por personajes privilegiados para su descanso terrenal. En clave actual, y tras el progreso social que el siglo XX supuso al aumentar la población, el Cementerio fue trasladado a su presente ubicación, y los restos trasladados en la segunda mitad del pasado siglo hasta el mismo lugar.
Por su parte el busto de la actual imagen de San José no corresponde, tal y como muestra la imagen, al anterior a la Guerra Civil, aunque la particularidad de la talla es que sí que conserva tanto el rostro como la imagen del Niño antiguas. Se trata, por ello, de una imagen con un encanto especial que llena el ojo humano para transportarlo a lo que, en realidad, fue la figura física de San José.
FUENTES
[1] Fernández-Pacheco, Carlos y Moya, Concepción. Memoria y Camino. Parroquia de la Inmaculada Concepción de Herencia. Herencia 2010. (“Herencia y su Parroquia en el siglo XVII”)
[2] Fernández-Pacheco, Carlos y Moya, Concepción. Memoria y Camino. Parroquia de la Inmaculada Concepción de Herencia. Herencia 2010 (“La última década del siglo XVIII y las dos primeras del XIX”)
[3] Martín-Fontecha Guijarro, Ángel. «Las Lápidas en la ermita de San José», en Libro de Feria y Fiestas 2013, Herencia 2013. Excmo. Ayuntamiento de Herencia.
Texto extraído del reportaje de FERNÁNDEZ-CABALLERO, Javier: «La ‘Frondosa Palmera’ vuelve por marzo», Parroquia en Marcha, Herencia, núm. 285, 2014, págs. 22-23.
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