Hijo del veterinario socuellamino, Manuel Gómez Moreno y de Lorenza Montalbán Fernández, ambos naturales y residentes en Socuéllamos (Ciudad Real), nació el 24 de mayo de 1900, siendo el cuarto de siete hermanos, cinco chicas y dos chicos: Luis, Alicia, Manuela, Joaquín, Lorenza, María y Esperanza.

Gracias a la condición de sus padres, desde temprana edad pudo recibir una buena educación. Durante su niñez se formó en un ambiente familiar católico aunque no excesivamente practicante, por lo que cuando decidió ingresar como estudiante en el Seminario Diocesano de Ciudad Real fue toda una sorpresa. Allí, realizaría los estudios de Teología donde destacaría entre su promoción, recibiendo elogios del propio obispo-prior de Ciudad Real, Narciso Esténaga.
Su primer destino fue como cura en la parroquia de la Inmaculada Concepción del pequeño pueblo de Alamillo. Tras una breve temporada en este lugar es destinado como director de las escuelas del Ave María del Padre Manjón en Puertollano y más tarde a San Carlos del Valle donde además de ejercer de párroco realizó labores de profesor.
Cuando tenía poco más de treinta años se le encomendó hacerse cargo de la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Herencia, población a la que llega en 1935. Aquí comparte parroquia con otros cinco sacerdotes: Carlos Álvarez Rodríguez-Palmero, Alfonso Tapia Jiménez-Mendaño, Federico Abengoza Remón de Moncada, Jesús Sánchez de la Nieta y Antonio García Calvillo[1]. Todos ellos bastante mayores, salvo el último de los anteriormente citados destinado el mismo año que él, y con una forma de hacer las cosas totalmente diferente a las suyas que eran mucho más innovadoras para la época.
Con el estallido de la Guerra Civil, y ante la situación de inestabilidad que se vivió en la localidad, buscó refugio en casa del veterinario José María Moraleda, con el cual había entablado una gran amistad. Transcurridos unos días decidió marcharse hasta su pueblo natal (Socuéllamos), donde vivió en casa de sus padres durante unos meses, y después se trasladó a Barcelona donde permaneció hasta el final de la contienda.
Finalizada la guerra vuelve como párroco a Herencia donde de nuevo coincide en la iglesia con Antonio García-Calvillo, el cual será su apoyo para hacer frente a su rehabilitación con la mayor rapidez posible, así como a la recuperación o reconstrucción de las ermitas de la localidad, que habían sufrido graves daños. Destacable fue, entre otras, la ermita de San Antón y Santa Lucía que debido a su situación hubo que reedificarla de nuevo. Para ello se creó una nueva Hermandad de la cual fue consejero espiritual.
Durante estos años trabajó para reavivar el culto religioso entorno a la parroquia. Fomentó la catequesis en las ermitas y la Adoración Nocturna[2], a la cual dio un gran impulso en la localidad. El grupo de Acción Católica fue también otra de sus prioridades, promoviendo teatros, belenes vivientes, charlas y encuentros religiosos para aumentar la formación religiosa de los fieles de la localidad.
Buscó la revitalización de la comunidad parroquial con el apoyo de la evangelización extraordinaria a través de las misiones populares. Los Padres Jesuitas E. Rodríguez y Vito Martín visitaron la localidad a finales de 1945 realizando diferentes charlas y encuentros con los habitantes, para después finalizar estos actos con la visita del Sr. Obispo a principios de diciembre y la confirmación de más de centenares de personas.
En 1949 se produjo una nueva visita, y se administró el sacramento de la Confirmación durante los días 2, 3, 4 y 5 de abril, dando cuatro conferencias sobre los deberes familiares, en el amplio teatro de Herencia, el cual estuvo todos los días abarrotado y rebosante de público[3].
Texto extraído del libro Herencia de nuestras calles. Biografía e historia, coordinado por Claro Manuel Fdez.-Caballero y realizado por el Taller de Historia Local de la Universidad de Herencia. Año de edición 2011, y publicado en el periódico Parroquia en Marcha, nº 287, mayo 2014, p. 25.
[1] “Los curas con servicio parroquial en Herencia en el siglo XX” en Parroquia en Marcha, nº 239, enero 2010, p.8.
[2] Asociación de creyentes que, reunidos en grupos se turnan velando en las horas de la noche con elfin de adorar a Jesús Sacramentado en comunión con la Iglesia.
[3] FERNÁNDEZ-PACHECO, Carlos y MOYA, Concepción: Memoria y Camino. Herencia, su patrona, la Inmaculada Concepción, y los edificios dedicados a ella (Iglesia parroquial, Hospital y ermita), a lo largo de la Historia. Herencia. Iglesia Parroquial Inmaculada Concepción, 2010, p. 247.
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